La Cruz. De forma ovalada, pero muy estirada en la punta desde donde el árbol la cogía, las paltas de La Cruz presentan una piel negra y muy suave con una sensación de fragilidad propia de una mujer en lágrimas. La primera estocada del cuchillo no prevee nada bueno: al entrar , vemos cómo esta palta despide sustancias líquidas que Hass o Ester no. Al terminar de partirla por la mitad, el Desorden nota que el cuezco representa al menos la mitad de su masa y que la carne está marmoleada con graves presencias obscuras. Como las rebanadas de pan integral ya están en la tostadora, no vale la pena esperar más; y con un tenedor (el Desorden jamás entendió el uso de la cuchara para retirar el producto de sus paltas) integramos al plato los cuatro cuartos de este especimen criollo. Al aplicarle la sal, antes de darle una leve molida, vemos cómo suda este ejemplar, cuestión que no augura una máxima calificación: una presencia acuosa demasiado importante. El olor del pan y el sonido inconfundible de la tostadora despidiéndolos de su vientre, hacen obviar estas consideraciones y poner manos a la obra. Sobre cada una de las tajadas, media palta recién sacada del canastillo y puesta a punto. La cantidad de agua se confirma sobre las tostadas y resta, para su salvación, la textura, el sabor y el olor. Aunque el sentimiento chauvinista debiera subjetivizar nuestro comentario respecto de esta raza de paltas, creemos que Ustedes, queridos lectores, no se merecen sino nuestro más profundo respeto. Donde debiera haber sensación de unión pastoza, se produce una más deperdigada, y muy acuosa; no responde al test del mordisco y en vez de ver nuestras paletas reflejadas en su anatomía, vemos que se desprenden pedazos que antes el tenedor destrozó. Su sabor es más ácido que el resto de las especies que han sido objeto de nuestro análisis y su olor presenta características similares, aunque no idénticas. Nos resulta menos penetrante. Les advertimos, en todo caso, que a diferencia de otras variedades chilenas, esta no presenta hilachas en su textura, lo que al menos asegura mordiscos limpios y sin arrastre.